PREGUNTAS Y RESPUESTAS

(de Rays from the Rose Cross de junio de 1984)

 

1.-    Se nos ha dicho que el éter reflector contiene una reproducción exacta de nuestro entorno y que esa copia se transfiere, por medio de la inhalación, al átomo simiente y al cuerpo vital. Pero, ¿qué ocurre con lo que está sucediendo mientras exhalamos? ¿Se pierde?

        Las imágenes de todo nuestro entorno están continuamente en el éter que nos circunda y permanecen en él indefinidamente. Y se imprimen en el átomo simiente y en el cuerpo vital al inhalar ese éter junto con el aire que respiramos. Esas imágenes no desaparecen entre dos respiraciones seguidas de modo que, con cada inspiración, atraemos las imágenes de todo lo sucedido desde que se produjo la anterior.

 

2.- Estoy seguro de que los 144.000 bíblicos que se salvarán no hay que tomarlos literalmente, pero no acabo de entender qué puede significar ese número. ¿Puede aclarármelo?

        El libro de la Revelación (el Apocalipsis) proporciona una visión general de la evolución durante el Período Terrestre. El Sendero de la regeneración o de la Iniciación lo puede encontrar el que conozca la clave. Los 144.000 son los que han aprendido las lecciones de la evolución terrena y se han hecho dignos de vestir vestiduras hechas con la sangre del Cordero, es decir, mediante la ayuda evolutiva prestada por Cristo a la Humanidad. Ellos llevan el nuevo nombre de Jesucristo sobre sus frentes, lo que significa la cristianización de sus mentes.

        Los dígitos 144000, sumados (1+4+4+0+0+0), dan 9, que es el número de la Humanidad y ello significa que, al final, toda la Humanidad alcanzará ese nivel evolutivo. Todos somos parte de Dios y, finalmente, todos hemos de retornar a Él.

 

3.- ¿Por qué se conserva el Antiguo Testamento aún en la Biblia? ¿No deberíamos estar ya viviendo las doctrinas del Nuevo testamento y estar más allá de la Ley de Moisés?

        Es cierto que la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la virtud vinieron de Cristo Jesús. Si tenemos en cuenta que, hace mucho tiempo, estábamos entre aquéllos cuya historia relata el Antiguo Testamento, comprenderemos por qué estamos relacionados. Somos los hijos de Abraham; estuvimos esclavizados en Egipto; fuimos salvos atravesando el Mar Rojo; construimos el Tabernáculo del Desierto; y algunos de nosotros estuvimos entre aquellos sacerdotes y levitas que organizaron allí los ritos.

        En general, los hechos relatados en la Biblia son la historia de nuestras vidas pasadas. Las Leyes dadas por Moisés son ahora tan obligatorias como cuando se promulgaron en el Monte Sinaí. El Arca de la Alianza es un símbolo del hombre, que muestra que la Ley ha de ser interna, grabada en las tablas del corazón. El bote de maná nos dice que el hombre “cayó del cielo” y se encuentra prisionero en un cuerpo físico. La vara de Aarón que floreció simboliza el poder espiritual interno, latente en todos, pero activo en los individuos espiritualmente orientados. El Mismo Tabernáculo muestra, tanto por su forma como por los utensilios en él utilizados, el sendero de la Iniciación. Todo el Antiguo Testamento es, pues, la historia de la evolución y la Iniciación, como lo son cada uno de los Evangelios.

        Para los que poseen la clave de su conocimiento, la Biblia es un libro precioso, una lámpara que ilumina el Sendero. Como Pablo nos dice, deberíamos vivir no bajo la ley, sino siendo una ley nosotros mismos. Deberíamos tener la Ley escrita en nuestros corazones para no transgredirla y entonces estaríamos preparados para la nueva Ley de Cristo: “Amaos los unos a los otros.” Sin embargo, no podemos amar mientras desobedezcamos, aunque sea uno sólo de los Diez Mandamientos. Hasta que todo el mundo haya aprendido esto, el Antiguo Testamento será necesario para instruir a los hombres.

 

4.- En el Cosmos, pág. 405, se nos dice que Moisés renació como Elías. Si eso es cierto, ¿cómo aparecieron ambos como individuos distintos en el Monte de la Transfiguración?

        Cristo estaba mostrando a sus discípulos más avanzados las dos vidas anteriores de Juan el Bautista. El espíritu que se reflejó en la personalidad de Juan el Bautista, se había antes reflejado en la de Elías y, aún antes, en la de Moisés. Ésta es una excelente lección sobre la evanescente naturaleza de las personalidades: no son sino vestidos temporales del espíritu. Un espíritu individual se puede reflejar en muchas personalidades diferentes en diferentes momentos.

        La memoria de la naturaleza conserva claramente imágenes vivientes de todas las personalidades en que cada espíritu ha funcionado antes. Por tanto, fue posible para Jesucristo mostrar ambas personalidades a la vez a sus discípulos, mientras estaban funcionando con Él, probablemente, en la Región del Pensamiento concreto, en la que reina el “eterno ahora.” Hemos de recordar también que no fue necesario para el espíritu reflejado en Moisés y en Elías, estar presente en ninguna de las imágenes mostradas a los discípulos. Estaban simplemente estudiando la memoria de la naturaleza.

Esta revelación se hizo a los discípulos, no para satisfacer su curiosidad, sino para informarlos suficientemente para que pudieran luego discutir las alegaciones de los devotos ortodoxos de su tiempo, que habían aceptado una especial interpretación de las Escrituras. Lo líderes religioso judíos no podían darse cuenta de que Jesucristo cumplía las Escrituras, porque estaban prisioneros de las interpretaciones por ellos aceptadas. Algo parecido sucede ahora con las iglesias cristianas. La manifestación de una verdad espiritual hecha por un gran Espíritu para guiar a la Humanidad en su evolución, contiene en sí misma una solicitud del cumplimiento de la Ley Natural tal como se refleja en cada uno de los siete mundos. Por ello existen, por lo menos, siete interpretaciones, ninguna de las cuales es contradictoria de las demás.

 

 

 

 

BOLETÍN 46 & 47